Estas comunidades están integradas por casas dispersas, con distancias entre ellas de al menos 100 metros o más. No tienen un centro poblado en torno al que se incorporen todas las viviendas, por lo que la instalación de algunos servicios como energía eléctrica y saneamiento es complicada y costosa. Se localizan a menos de 10 kilómetros de algún centro de población con comercios y servicios, a los cuales los habitantes de la comunidad pueden tener acceso por medio de vías de comunicación y servicios de transporte adecuados. Cuentan con acceso a una o varias fuentes de agua que pueden ser superficiales, como ríos, lagos, lagunas o manantiales; o bien mantos acuíferos o ríos subterráneos accesibles, ubicados a menos de 800 metros de profundidad y con suelos blandos, no rocosos, fáciles de perforar para llegar al agua. Tienen altos niveles de precipitación pluvial (de más de 1000 milímetros anuales), por lo que la disposición de agua es suficiente o incluso óptima, para satisfacer sus necesidades básicas, secundarias y agrícolas. Este tipo de regiones se encuentran principalmente en los estados de Yucatán, Chiapas, Campeche, Quintana Roo y Tabasco (SEMARNAT 2016).
En lo referente a las capacidades y recursos de la población, son comunidades organizadas, con experiencia en la gestión de proyectos con diversas instancias de gobierno, en las que se enfocan más en las personas que en los proyectos mismos. Desarrollan acciones de solución a sus problemas a partir del conocimiento de la realidad en la que viven y buscan romper el círculo vicioso de pobreza-subdesarrollo-pobreza (SOARES 2017), desarrollando sus conocimientos y capacidades organizativas.
La experiencia de SARAR muestra que las personas de estas comunidades tienen importantes niveles de participación, asumen compromisos, así como cargos de representatividad; todos estos elementos les dan una cohesión social entre sus miembros que les permite, a la vez, tener capacidad de trabajo. También están abiertos a conocer nuevas tecnologías, a ser capacitados en ellas y a dar seguimiento a actividades de mantenimiento a las nuevas instalaciones o servicios que se instalen, asegurando resultados positivos a mediano y largo plazo.
Abajo se presenta una selección de sistemas de agua y saneamiento que pueden ser apropiados en situaciones como ésta, sin embargo, antes de tomar una decisión de cuál sistema seleccionar, se debe llevar a cabo un proceso participativo con la comunidad, considerando además la viabilidad técnica y financiera, la infraestructura existente, la viabilidad ambiental, la disponibilidad de recursos económicos y materiales, y las capacidades necesarias para la operación y mantenimiento. La cosecha de agua de lluvia es uno de los sistemas de abastecimiento de agua más recomendados en el caso de casas dispersas, especialmente en combinación con sistemas de fuentes pequeñas protegidas con acarreo manual a nivel familiar, asegurando el tratamiento y manejo seguro en el hogar. También se pueden considerar los sistemas de abastecimiento comunal por gravedad con tratamiento o sin tratamiento, cuando las casas no están tan distantes entre si y si la evaluación económica del proyecto es positiva. Cuando las viviendas se encuentran en un punto inferior a la fuente y por tanto, el agua debe ser impulsada por bombas, es necesario considerar un sistema de abastecimiento comunal por bombeo, con tratamiento o sin tratamiento, dependiendo de la calidad del agua. Sin embargo, estos dos sistemas requieren de una gran inversión, así como de una continua operación y mantenimiento.
En este escenario, por su característica de disposición de agua y sus capacidades y recursos, se pueden instalar diversos sistemas de saneamiento, a pesar de su dispersión. Por ejemplo, el sistema de cámara simple con la opción del SaniHuerto (ArborLoo) para el aprovechamiento de nutrientes en la excreta para relleno y cubierta, es muy recomendable. También lo es el sistema sin agua con separador de orina o sistema de biogás, que requieren de la disposición de las personas para conocer nuevas tecnologías y apropiarse de ellas, ya que su uso, operación y mantenimiento requieren de capacitación y compromiso. El sistema de tratamiento de aguas negras con infiltración, también puede ser una opción en este escenario (CONAGUA s.f.), si se cuenta con recursos para movilizar las instituciones públicas y/o privadas para la prestación de servicios de gestión de lodos fecales, pero hay que considerar que por ser comunidades dispersas tendrá altos costos.