Tanque de almacenamiento de agua de lluvia

Los tanques de almacenamiento son un elemento clave en los sistemas de cosecha de agua de lluvia. Existen diferentes configuraciones para cosechar las lluvias, como por ejemplo cuando solo se utiliza un tanque de almacenamiento, que permite recolectar agua para la limpieza y el riego. En otros casos, al tanque se le acompaña con un filtro de arena, permitiendo mejorar su calidad. También existen casos en que se cuenta con un tanque de recolección de agua cruda, seguido por un tanque de tratamiento y que culmina con un tanque de almacenamiento de agua tratada (PAHO 2010), como se muestra en la siguiente figura:

El tanque de almacenamiento permite el acopio de agua durante los períodos de lluvia, poniendo a disposición el recurso agua cerca de las viviendas, especialmente en períodos de sequía. Pueden estar construidos sobre el nivel del suelo o por debajo de éste (cisternas). El tanque puede ser de materiales tales como plástico (que no trasmitan olores ni sabores al agua), ferrocemento, tabique, block o geomembrana. OPS (2004) recomienda utilizar mampostería para volúmenes menores a 100 y 500 litros en zonas rurales. El interior del tanque debe estar aislado para que no entren insectos ni luz solar, que genera el crecimiento de algas dentro del tanque. Algunos modelos de tanques pueden contar con contrafuertes.

Para determinar el tamaño del tanque se debe considerar el número de usuarios, los hábitos de consumo y la capacidad de captación de la superficie captadora. Idealmente, el tanque debe tener la capacidad para suministrar agua durante todo el período de estiaje más un 5 % de volumen adicional, que es el nivel mínimo que siempre debe haber en el tanque para evitar daños por disminución de la humedad dentro de éste (GARCÍA y HERNÁNDEZ 2017). Detalles y fórmulas del cálculo del volumen del tanque de almacenamiento los provee la OPS (2004), quien indica que el tamaño del tanque dependerá de la oferta y demanda en cada uno de los meses de año, por lo que se debe contar un volumen que almacene agua durante los períodos de abundancia para asegurar agua durante los períodos de sequía, sin perder de vista el factor económico. De acuerdo con la OPS (2004) “existe una relación directa entre la inversión requerida para implementar el sistema de agua de lluvia, y el área de captación y el volumen de almacenamiento, resultando muchas veces una restricción para la mayor parte de los interesados. En la evaluación económica es necesario tener presente que en ningún caso la dotación de agua debe ser menor a 20 litros de agua por familia y por día, la misma que permite satisfacer sus necesidades básicas elementales”.

El tanque de almacenamiento ha de contar con los siguientes elementos: una puerta de fácil acceso para para realizar la limpieza, un reductor de turbulencias, un rebosadero, una toma domiciliaria a 10 cm por encima del fondo del tanque (que no obstruya el paso) y una válvula de drenado al fondo del tanque (GUTIÉRREZ y BULNES 2016). La OPS (2004) recomienda que los tanques de almacenamiento no sean de más de 2 metros de altura para minimizar las sobrepresiones. En algunos casos puede utilizarse la superficie del tanque para captar el agua de lluvia directamente, siempre que se garantice el proceso de filtrado del agua antes de que entre al tanque. En caso de que el tanque sea de tipo cisterna, debe considerarse un sistema de bombeo para extraer el agua, ya sea mecanizado o por fuerza humana, así como la colocación de una pichancha al final del tubo de extracción. Además, es recomendable colocar una regla de medición (GARCÍA y HERNÁNDEZ 2017) con escala de niveles en la parte exterior del tanque para poder calcular la cantidad de agua en el tanque durante los trabajos de monitoreo o purificación de agua. En contextos donde se utiliza el tanque de almacenamiento tanto para agua de lluvia como para agua trasportada por “pipas” durante la temporada de estiaje, es importante considerar el volumen de abasto de esta fuente de agua alternativa para diseñar una capacidad mínima que opere en forma combinada.

Esta tecnología es aplicable a todos los escenarios rurales de México, sin embargo, en zonas de muy baja precipitación puede verse limitada (CONAGUA 2017). El tanque de almacenamiento de agua de lluvia debe garantizar que el agua almacenada tenga bajos niveles de turbiedad, así como evitar la entrada de material orgánico, lo cual se logra mediante la correcta instalación y uso de los sistemas combinados de captación y transporte de agua de lluvia. Para su instalación debe contarse con espacio suficiente en terreno firme, plano y nivelado, sin presencia de arcillas o rocas de gran tamaño (GUR y SPUHLER 2018). No se recomienda la instalación de tanques tipo cisterna en áreas de relleno (GARCÍA y HERNÁNDEZ 2017) y debe considerarse que la presencia cercana de raíces de árboles puede dañar la estructura. Adicionalmente, debe ser incluido un proceso de purificación de agua que garantice la eliminación de posibles patógenos trasladados desde la superficie captadora del agua de lluvia, como la cloración o ebullición. Es importante la capacitación y entrega de manuales de uso a los usuarios que contengan explicaciones gráficas y ayudas visuales. En proyectos institucionales o comunitarios, será clave para el buen funcionamiento, la creación de un comité para la realización de las actividades de mantenimiento.

La utilización de tanques de almacenamiento de agua de lluvia en México es una práctica realizada desde la época prehispánica. Algunos vestigios que dan prueba de esto se encuentran en sitios arqueológicos en Oaxaca (zapotecas) y en Yucatán (mayas) (ROJAS et al. 2009). Actualmente en las comunidades rurales su utilización depende del flujo de agua diario disponible en las viviendas, pero generalmente es bastante aceptado, con modelos y diseños de acuerdo con cada región. Sin embargo, se debe tomar en cuenta que cuando no hay un manejo adecuado del almacenamiento, el agua puede generar olores o sabores que disminuyen el nivel de aceptación de este recurso hídrico y sobretodo puede ser un riesgo para la salud. Además, la reproducción de mosquitos (trasmisores de una gran variedad de enfermedades) en el agua estancada de los tanques suele ser un problema recurrente en estos sistemas.

Es importante mantener cerrada la puerta del tanque. Se debe limpiar el interior del tanque cada dos años, al terminar la temporada de estiaje, vaciándolo por completo, limpiando las paredes y el fondo con una escoba suave y una mezcla de agua y cloro (proporción 20/1), dejar reposar por media hora y posteriormente enjuagar, retirando toda el agua del interior. Al finalizar se debe rellenar el tanque por lo menos un 5% (GARCÍA y HERNÁNDEZ 2017). Seguidamente, se recomienda hacer verificaciones de la calidad de agua y que no existan fugas en el tanque. Si lo último ocurre, se debe aplicar una mezcla de cemento y agua (con la superficie previamente preparada) por la parte exterior.