Aplicación de la orina almacenada

La orina contiene la mayoría de los nutrientes que se excretan por el cuerpo. Aunque su composición varía dependiendo de la dieta, del género, del clima y de la ingesta de agua, normalmente la orina contiene casi 88% del nitrógeno, 61% del fósforo y 74% del potasio excretado del cuerpo, por lo que constituye un excelente fertilizante para la agricultura (TILLEY et al. 2018).

En condiciones normales, y si proviene de personas saludables, la orina está virtualmente libre de patógenos Los lineamientos para el uso de la orina se basan en el tiempo y la temperatura de almacenamiento. Sin embargo, suele aceptarse que si la orina es almacenada al menos por un mes será segura para su aplicación agrícola en contextos domésticos. Si la orina se usa en cultivos que consumirán otras personas, además del productor de la orina, debe almacenarse durante seis meses (TILLEY et al.. 2014).

En México, hay bastante experiencias de aplicación de orina humana como fertilizante, pero únicamente a pequeña escala, es decir en huertos familiares y pequeños campos agrícolas o como parte de proyectos de demostración que buscan evaluar su potencial de fertilización. En el proyecto TepozEco que se implementó en el municipio de Tepoztlán en el Estado de Morelos entre 2003 y 2006, se instalaron mingitorios secos en oficinas, establecimientos comerciales, escuelas y eventos públicos para colectar orina y luego se aplicó en cultivos de maíz, nopal y aguacate, efectuando pruebas de dosis (ORTIZ et al. 2014; ARROYO y BULNES 2005). En el marco del proyecto de saneamiento integral que implementó el Centro de Capacitación Integral para Promotores Comunitarios (CECIPROC) en la Sierra Sur de Oaxaca, se crearon 95 huertos a nivel familiar, fertilizados con una mezcla de tierra, hojarasca y orina diluida al 1:5 y se realizaron pruebas para ver qué tipo de dilución de orina resultaba más eficiente (YSUNZA et al. 2010). No se registran experiencias de aplicación de orina a gran escala, como existe en países como Costa de Marfil, donde el “Centre Régional pour l’Eau Potable et l’Assainissement” (CREPA) ha implementado un sistema de goteo con orina para fertilizar cultivos de arroz, camotes y hortalizas (RICHERT et al. 2011).

La orina almacenada no debe ser aplicada directamente en las hojas u otras partes de las plantas por consideraciones de higiene y porque su alto pH y las elevadas concentraciones de amoníaco pueden causar quemaduras, sin embargo, con la adecuada dilución puede utilizarse con tratamiento foliar de algunos cultivos. Para optimizar sus propiedades fertilizantes, la orina debe incorporarse rápidamente al suelo (RICHERT et al. 2011; TILLEY et al. 2018).

Existe varios métodos para lograr su incorporación: aplicar la orina en la tierra sin diluir antes de sembrar; verter la orina en pequeños surcos a una distancia alejada de las raíces de 1 a 2 veces durante la estación de crecimiento y cubrirla inmediatamente; diluirla y aplicarla hasta 2 veces por semana alrededor de las plantas (RICHERT et al. 2011; TILLEY et al. 2018). Durante la temporada de lluvias, la orina puede ser aplicada directamente en pequeños agujeros cerca de las plantas; de esa forma se diluye naturalmente (TILLEY et al. 2018).

La tasa de aplicación óptima depende de la demanda de nitrógeno del cultivo y de su tolerancia, la concentración de nitrógeno en la orina, así como la pérdida de amoniaco durante la aplicación (RICHERT et al. 2011; TILLEY et al. 2018). Como regla general, se puede asumir que 1 m2 de tierra de cultivo puede recibir 1.5 l de orina por estación de cultivo (cantidad que corresponde a la producción diaria de orina de una persona). Por lo tanto, la orina de una persona durante un año es suficiente para fertilizar de 300 a 400 m2 de tierras de cultivo (TILLEY et al. 2018).

Una mezcla con una proporción de 3:1 de agua y orina es una dilución efectiva para las hortalizas, aunque la cantidad correcta depende de la tierra y el tipo de hortalizas. Al usar la orina bajo una forma diluida, se aumenta el volumen de orina que debe ser aplicado en la tierra, pero esta forma de aplicación tiene la ventaja de reducir el riesgo de una aplicación excesiva de orina, que se torne tóxica para el cultivo (RICHERT et al. 2011). Dado que la dilución disminuye el efecto del almacenamiento sobre la reducción del contenido de patógenos, debe realizarse lo más cercano posible a la fecha de aplicación (RICHERT et al. 2011).

La orina es muy beneficiosa para los cultivos que carecen de nitrógeno. Algunos cultivos que crecen bien con orina son, entre otros: maíz, arroz, mijo, sorgo, trigo, acelga, nabo, zanahoria, col rizada, col, lechuga, banano, papaya y naranja. La orina también puede servir como fertilizante en huertos, viveros y jardines.

La aplicación de la orina se puede hacer en cualquier zona, incluso en zonas urbanas. A finales de los años 1980 en la Ciudad de México, se implementó el proyecto ANADEGES que proponía cultivar verduras en garrafones, usando orina humana como fertilizante. La orina era almacenada en envases de 2-5 l por tres semanas y se aplicaba al contenido sembrado en la cubeta después de haberla diluido con agua en proporción de 1:10 (ESREY et al. 1998).

El requisito más importante es que haya una necesidad de nutrientes del fertilizante para la agricultura. Cuando no hay esa necesidad, la orina puede convertirse en una molestia y en una fuente de contaminación (TILLEY et al. 2018).

Su uso es adecuado en sistemas de saneamiento con separación de orina y en los de biogás. En las zonas rurales, esta tecnología puede mejorar los ingresos de agricultores en pequeña y mediana escala cuando el sitio de aplicación es el mismo o cercano a donde se ha producido la orina (en este caso podría ser viable para escenarios de casas dispersas con o sin disposición de agua, así como para poblados con o sin disposición de agua, pese que no posean tanta capacidad organizativa). Otra opción es que la orina sea recolectada en un lugar para luego ser transportada a los campos agrícolas, pero este sistema debe ser costeable (TILLEY et al. 2018). Además, si las personas que requieren un fertilizante para sus cultivos no son las que producen la orina, debe existir una estructura institucional que permita la coordinación y cooperación de los interesados (RICHERT et al. 2011)., como sería el caso de las escenarios de casas dispersas y poblados, dotadas con capacidades y recursos suficientes como para ejecutar esta coordinación de modo satisfactorio  Por eso, en el contexto rural en México, muchas veces, la orina es aplicada directamente en el lugar donde es colectada, incluso en contextos institucionales (escuelas). En el Bachillerato 99 del Estado de Oaxaca, la orina de los sanitarios secos es directamente desviada al jardín a través de un sistema de canalitos (ROMERO et al. 2015).

La orina plantea un riesgo mínimo de infección. Sin embargo, cuando los sanitarios ecológicos secos se implementan en ambientes públicos e institucionales, existe el riesgo de que los usuarios no hagan un uso adecuado del sanitario y una cierta cantidad de materia fecal se deposite en la sección de la orina, dando como resultado la contaminación de la orina con fecales (DABBAH et al. 2015). Para evitar la posible transmisión de enfermedades, es importante manejarla con cuidado y seguir un “enfoque de múltiples barreras”, tomando medidas de precaución antes y durante su aplicación (DABBAH et al. 2015; RICHERT et al. 2011): dejarla almacenada durante un largo periodo; no aplicarla a los cultivos menos de un mes antes de cosecharlos; usarla preferentemente como fertilizante para cultivos no alimentarios (algodón por ejemplo) o que son cocidos antes de su consumo (la papa por ejemplo) (RICHERT et al. 2011).

Cuando un usuario consuma medicina, es probable que su orina contenga hormonas y/o residuos farmacéuticos que pueden ser absorbidos por las plantas (DABBAH et al. 2015). Sin embargo, y aunque falta todavía realizar investigaciones al respecto, aplicar orina que contenga microcontaminantes en el suelo parece ser mucho menos riesgoso que los posibles efectos en la salud humana por su descarga en el agua (DABBAH et al. 2015).

Como la orina almacenada desprende un olor fuerte, algunas personas podrán encontrar ofensivo trabajar con ella o tenerla cerca (TILLEY et al. 2018). El uso de orina será probablemente mejor aceptado en áreas rurales que en áreas urbanas, en donde los huertos están muy cerca de las viviendas (TILLEY et al. 2018).

Cabe señalar que en México, el gobierno todavía no ha emitido ningún lineamiento para el uso de la orina en campos agrícolas.

Las personas que aplican la orina en los campos agrícolas deben usar un equipo de protección adecuado (zapatos y guantes) y lavarse sistemáticamente las manos con jabón después de cada aplicación (DABBAH et al. 2015; RICHERT et al. 2011).

A pequeña escala, se puede usar regaderas para aplicar la orina (RICHERT et al. 2011). Para aplicar la orina a escala más grande, se puede implementar un sistema de riego por goteo o de riego en la superficie, donde la orina diluida con agua es conducida cerca de las raíces de las plantas a través de una serie de canales o surcos excavados (RICHERT et al. 2011).

El equipo que se usa para aplicar orina debe ser enjuagado al finalizar la aplicación para disminuir la acumulación de sarro en los orificios de los dosificadores tipo regadera En general, estos depósitos pueden removerse con agua caliente y un poco de ácido (vinagre). Sin embargo, en casos más extremos, se deberán remover manualmente (TILLEY et al. 2018).