Lecho de secado sin plantas

Por lo general, los lechos de secado son rectangulares para permitir el retiro o acopio del lodo con un cargador frontal. Las dimensiones pueden ser de 4,5 a 18 m de ancho y de 15 a 45 m de largo, con paredes típicamente de concreto (CONAGUA 2015). Los tubos de drenaje son de plástico y tienen un diámetro mayor de 10 cm, con una pendiente mínima de 1% y una separación de 2,4 a 6 m de distancia (CONAGUA 2015). Están cubiertos por 3 a 5 capas escalonadas de grava y arena. La capa inferior debe ser grava gruesa y la capa superior debe ser arena fina (tamaño de grano de 0,1 a 0,5 mm). La capa superior de arena puede tener de 250 a 300 mm de espesor, ya que se perderá un poco de arena cada vez que se remueva el lodo (TILLEY et al. 2018).

Para facilitar la remoción manual del lodo, los lechos están divididos en secciones de 7,5 m de ancho. El lodo se aplica a las distintas subdivisiones de los lechos a través de conductos cerrados o tuberías a presión con válvulas en las salidas de cada sección de lecho, o a través de un canal abierto con aberturas laterales controladas mediante compuertas manuales (CONAGUA 2015). La entrada debe estar equipada con una placa contra salpicaduras, para evitar la erosión de la capa de arena y permitir una distribución uniforme del lodo (TILLEY et al. 2018). Para mejorar el secado y la lixiviación, la aplicación de lodo puede alternarse entre dos o más lechos (TILLEY et al. 2018).

El diseño de lechos de secado sin plantas debe considerar el mantenimiento futuro, ya que es esencial garantizar el acceso a camiones y personas para poder bombear y remover el lodo seco (TILLEY et al 2018). Si se instala en climas húmedos, la instalación debe cubrirse con un techo. Se debe prestar especial atención para evitar el ingreso de escorrentía superficial (TILLEY et al 2018).

Aunque los lechos de secado sin plantas existen en grandes aglomeraciones urbanas, son más apropiados para comunidades rurales y periurbanas ya que requieren una gran superficie de terreno, lejos de negocios y viviendas, a un precio accesible. Los lechos de secado sin plantas deben ubicarse en las afueras de la comunidad, pero teniendo cuidado de que estén al alcance de los operadores de vaciado motorizados (TILLEY et al. 2018).

Esta tecnología es aplicable en aquellos sistemas donde existe la generación de lodos fecales in-situ, tales como el sistema de cámara simple, el sistema de tratamiento de aguas negras con infiltración y el sistema de tratamiento de aguas negras con conducción del efluente. En estos casos, su instalación es posible cuando se cuentan con un ente que se encargue del correcto vaciado, transporte y tratamiento de los lodos fecales. Además, se requiere de esta tecnología en sistemas de conducción de aguas negras a tratamiento (semi-)centralizado, pues también se generan lodos en la planta centralizada. Por tanto, es recomendable para poblaciones de hasta 2500 habitantes con capacidades y recursos, con escasa y suficiente agua. Asimismo, la tecnología es aplicable en casas dispersas con capacidades y recursos, tanto con escasa agua como suficiente, siempre que se cuente con una estructura de gestión de lodos durante todo el proceso de saneamiento.

El lecho de secado no es eficaz para estabilizar la fracción orgánica ni disminuir el contenido de patógenos. El secado de lodo sirve más que todo para disminuir el volumen de los lodos, lo cual es importante cuando deben ser transportados a otro lugar para tratamiento adicional, uso o disposición final. Para algunas aplicaciones, el lodo seco puede requerir más tiempo de almacenamiento o tratamiento adicional (por ejemplo, co-compostaje) (TILLEY et al. 2018). Se puede almacenar los lodos secos en montículos durante hasta un año para lograr una mayor reducción de patógenos (DODANE y RONTELTAP 2014). Debido a que el lodo entrante y seco contienen patógenos, los trabajadores deben estar equipados con protección adecuada (botas, guantes y ropa) (TILLEY et al. 2018). Los lechos de secado pueden causar molestias para los residentes cercanos debido a malos olores y presencia de moscas. Por lo tanto, deben situarse lo suficientemente lejos de las zonas residenciales (TILLEY et al. 2018). Se puede intentar controlar los olores mediante la adición de hipoclorito de calcio al lodo.

Se requiere personal capacitado para garantizar una adecuada operación y mantenimiento (TILLEY et al. 2018). El lodo deshidratado puede removerse después de 10 a 15 días, pero esto depende de las condiciones climáticas (TILLEY et al. 2018). Esta operación requiere una cantidad importante de mano de obra (CONAGUA 2015). Dado que se pierde un poco de arena cada vez que se remueve el lodo, la capa superior debe reemplazarse cuando está muy delgada (TILLEY et al. 2018). El área de descarga y los drenajes del efluente deben lavarse con regularidad para evitar taponamientos (TILLEY et al. 2018; CONAGUA 2015). Se debe checar que los deflectores y muros exteriores permanecen herméticos (CONAGUA 2015). En algunas ocasiones pueden surgir plantas en el lecho de secado. Si ocurre, deben ser removidas antes de la siguiente aplicación de lodos (CONAGUA 2015).