Almacenamiento y manejo seguro de agua

El consumo de agua segura es un aspecto crucial para la salud de las personas. Las enfermedades diarreicas agudas representan la quinta causa de muerte en niños menores de cinco años en México (DÍAZ et al. 2012). La recurrencia de este tipo de enfermedades se presenta, en muchos de los casos, debido a patógenos presentes en el agua consumida. Para evitar la presencia de patógenos y otros contaminantes, se debe garantizar tanto la calidad de la fuente de donde es obtenida el agua, como la utilización de tecnologías apropiadas para su conducción, tratamiento, almacenamiento y purificación. Una vez purificada, el agua podrá ser consumida por las personas. Es muy común almacenar el agua (captada de una fuente segura o debidamente tratada para asegurar una calidad apta para el consumo) en pequeños contenedores, especialmente dónde no existe acceso a una red de agua entubada o ésta presenta un servicio intermitente. El acarreo manual de agua segura, así como su tratamiento en caso de que éste sea necesario, supone una carga de trabajo muy elevada para muchas familias. Por ello es de vital importancia que, tanto el almacenamiento como su manipulación en el hogar, se realicen de manera adecuada para mantener su calidad.

Si el agua no se almacena y/o manipula de manera adecuada, puede perder las características de agua segura para el consumo y causar enfermedades. El almacenamiento seguro supone evitar el contacto con elementos contaminados y utilizar un contenedor limpio y seguro. Por otro lado, también implica evitar el contacto directo del agua almacenada con las manos, tazas, cucharas, etc. Por ello, se debe contar con barreras mecánicas en los puntos de almacenamiento, juntamente con prácticas de higiene de los usuarios.

Los contenedores donde se almacena el agua deben tener tapa, estar limpios y contar con un dispensador o grifo. Además, estos deben tener un sistema para verter el agua y no extraerla con elementos externos, se recomienda que la boca del contenedor sea pequeña, aunque esto puede llegar a dificultar la limpieza del contenedor, por lo que lo más adecuado son los contenedores de boca ancha con tapa hermética. La base debe ser estable para evitar que vuelque y el diseño ha de facilitar su limpieza. El material de los contenedores debe ser fuerte y duradero. Se debe evitar los contenedores transparentes si estos permanecen en prologando contacto directo con la luz solar para evitar el crecimiento de algas. Actualmente existen una gran cantidad de contenedores prefabricados con dispensador, sin embargo, los dispensadores también pueden fabricarse o adaptarse con otros contenedores existentes. El peso del contenedor, lleno de agua, debe permitir la manipulación por parte de la persona encargada.

Ya que el almacenamiento en el hogar está directamente relacionado con los sistemas de purificación, los contenedores y prácticas de manejo se han de adecuar a ellos. Por ejemplo, las botellas utilizadas en la desinfección solar pueden utilizarse a su vez para almacenar el agua dentro de la vivienda; si se utiliza el método de ebullición se ha de evitar el uso de materiales que desprendan partículas tóxicas al contacto con el agua caliente, como son el polietileno tereftalato (PET) y poliestireno, material para la fabricación del unicel; pueden utilizarse contenedores de polipropileno PP, materiales cerámicos o acero inoxidable; o esperar que esta se enfríe lo suficiente para ser almacenada (MENCHACA 2015). También es aconsejable usarlos para almacenar agua previamente clorada, tanto con cloración centralizada como con cloración nivel de hogar, ya que el efecto residual del cloro asegurará durante más tiempo la calidad del agua.

Las prácticas de manejo seguro en el hogar son altamente efectivas y adaptables a todos los escenarios rurales de México ya que se utilizan tecnologías de bajo costo y materiales accesibles en la región. Aunque existen comunidades en donde se cuenta con una red de agua potable, muchas veces la calidad de agua de los servicios centralizados es difícil de garantizar, por lo que la purificación y almacenamiento en casa es una práctica deseable. Una de las principales dificultades del sistema es generar las capacidades en los miembros de las familias para la adopción de prácticas seguras dentro del hogar. En la comunidad tzotzil de Pozuelos, Chamula, aunque se tiene la noción de que el consumo de agua contaminada genera enfermedades, las prácticas de higiene, purificación y almacenamiento seguro del agua no están presentes (SOARES 2007); los efectos en la incidencia de diarrea en los niños de la comunidad son evidentes.

El espacio en donde se almacena y dispone del agua (el cual frecuentemente es la cocina) debe estar limpio, y sin presencia de animales domésticos. Se debe evitar la presencia de alimentos expuestos que puedan atraer moscas u otros insectos. Igualmente, no se deben utilizar contenedores que hayan sido receptores de productos tóxicos (solventes, fertilizantes y/o derivados del petróleo, entre otros).

En las comunidades rurales en México, extraer el agua hervida con una taza o un cucharón es una práctica muy común, sin embargo, esta práctica supone un riesgo de recontaminación muy elevado. Para reducir el riesgo de contacto con utensilios contaminados, es muy aconsejable emplear contenedores con dispensadores, y manipularlos siempre con las manos previamente lavadas con jabón. Pese a ser bastante aceptados, hay que destacar que los contenedores con dispensador pueden presentar fugas en los grifos que requieren repuestos que no siempre están disponibles en la vivienda.

La implementación de herramientas participativas, como “Rutas y Barreras”, desarrolladas por Sarar y aplicadas en comunidades de Morelos (La Nopalera, Nepopualco, Cuajomulco, entre otras) contribuye a que las personas identifiquen las posibles formas en que los contaminantes y patógenos pueden llegar al cuerpo humano al entrar en contacto con el agua y los alimentos.

La manipulación de los contenedores debe realizarse con las manos recién lavadas con jabón y agua. No se debe beber agua directamente de los contenedores o introducir utensilios en ellos para evitar posibles contaminaciones entre los usuarios. Los contenedores deben ser lavados y desinfectados de manera periódica. Si se utilizan contenedores con agua para otros usos dentro de la vivienda, estos no deben mezclarse con los contenedores de agua para consumo humano. Cuando se presentan fugas en el área de los dispensadores o grifos, deben cambiarse los empaques o las llaves en caso de ser necesario.