Lagos, lagunas y embalses (reservorios)

Cuando se originan las precipitaciones, estas caen sobre la superficie terrestre, creando las aguas superficiales y las subterráneas. Entre las primeras se encuentran los ríos, lagos y lagunas (CONRADIN 2018) y para diferenciarlas de las subterráneas, en algunos casos, se les llaman aguas epicontinentales, ya que se ubican en la superficie del continente. Estos cuerpos de agua no son necesariamente de agua dulce, sino que también existen de agua salada, que en área y volumen a nivel global, suelen ser aproximadamente igual (ALCOCER 2007).

Hay dos tipos de aguas epicontinentales: las que se encuentran en movimiento (aguas lóticas), como ríos, riachuelos o manantiales, etc. y las que permanecen quietas, estancadas o en reposo (aguas lénticas), como los lagos, lagunas, embalses, etc. (ALCOCER 2007).  Los lagos son cuerpos de agua naturales, generalmente dulces, que se alimentan por la acción de ríos o riachuelos, escorrentía de precipitaciones y, en algunos casos, por filtración ascendente de aguas subterráneas, que se concentran o retienen en cuencas o depresiones del terreno, sin conexión con el mar u océano. En algunos casos, se dice que el agua de los lagos no queda estancada del todo, ya que sigue estando sometida a los efectos de infiltración en el suelo, evaporación o, incluso, extracción de agua consecuencia de actividades humanas, aunque estos fenómenos se suelen producir de manera más lenta (CUSHMAN-ROISIN 2014; FCEA s.f.; GEOENCICLOPEDIA s.f.a; STAUFFER and SPUHLER 2018; USGS s.f.).

Las lagunas son depósitos naturales de agua, que abastecen y son abastecidos y con las mismas características que los lagos, pero con menores dimensiones. También, se puede decir que la diferencia entre laguna y lago está en la profundidad, siendo las primeras poco profundas. Para algunos autores, las lagunas son cuerpos de agua que se encuentran cerca de cuerpos más grandes como el mar o el océano, separados por alguna barrera, aunque en México, por ejemplo, las lagunas pueden ser depósitos de agua tanto de la costa como de altiplano. Esto podría deberse a que ciertos ríos, al desviarse de su curso principal, forman brazos y meandros (curvas en el río) que con el tiempo tienden a quedar aislados (FCEA s.f.; GEOENCICLOPEDIA s.f.b; MORENO 1953).

Por último, están los embalses que son cuerpos de agua artificiales, es decir, creados por acción de la mano del hombre con la construcción de presas o la excavación en el terreno para almacenar o se retener el agua que viene por precipitación, escorrentía o flujo de un río o riachuelo. En algunos casos, los embalses son llamados reservorios; en México también son conocidos como jagüeyes, aljibes y ollas de agua. Son construcciones que sirven para riego, control de inundaciones inesperadas (por medio de vaso-reguladores), producción de energía, uso industrial, consumo humano, turismo y recreación, etc. (CUSHMAN-ROISIN 2014; GEOENCICLOPEDIA s.f.a; STAUFFER et al. 2018; USGS s.f.). Cabe mencionar que estos reservorios artificiales se alimentan también de escurrimientos superficiales, que pueden arrastrar partículas de tierra y otras impurezas del suelo.

En sistemas donde lagos, lagunas y embalses son la fuente de agua, la captación se hace gracias a estructuras a nivel de terreno que permiten extraer el agua para ser distribuida por gravedad o por bombeo, dependiendo del nivel en que se encuentra la fuente (es decir, arriba o abajo) en relación a los usuarios. Como las aguas superficiales pueden presentar cierto grado de contaminación, estas deben ser objeto de tratamientos que modifiquen sus características físicas, químicas y microbiológicas, haciéndolas aptas para el consumo humano.

Los cambios perjudiciales en la calidad de cuerpos de agua como lagos, lagunas o embalses están relacionados directamente con la intervención humana. Las deficiencias en la calidad del agua se pueden dar en diversos parámetros como: temperatura (varía según la temporada), turbidez (nivel variable, a veces alto), oxígeno disuelto (usualmente cerca del nivel de saturación, pero ausente en aguas muy contaminadas), pH (acidez), etc. Si hay cambios en la calidad, se debe controlar y monitorear constantemente, no sólo porque puede ser negativo para los seres humanos, sino también porque estos cuerpos son ecosistemas acuáticos muy frágiles. Algunas de las vías de contaminación más comunes son: entrada de nutrientes en exceso, como el fósforo y el nitrógeno de los fertilizantes, lo que causa un crecimiento excesivo de algas que puede ocasionar el agotamiento del oxígeno presente en el agua; bacterias generadas por animales silvestres (aves, entre otros); aumento del aporte de sedimentos por exceso de escorrentía superficial, por efecto de la deforestación; incremento de sedimentos por períodos de sequías más extensos; plaguicidas por aumento de plagas debido a la sustitución de bosques por pastos; entre otros (PACHECO 2004; STAUFFER and SPUHLER 2018; USGS s.f.).

En México (datos para el 2016), hay cerca de 70 lagos con extensiones que van entre las 1 000 y las 10 mil hectáreas, sumando un área aproximada de 370 mil hectáreas. Los lagos y las lagunas tienen una capacidad de almacenamiento de unos 14 000 hm³, siendo los siguientes siete (ver tabla) los lagos más importantes, con un 74% del agua almacenada (FCEA 2017). Es importante dejar claro que, en los últimos años, el nivel de las aguas de algunos lagos y lagunas ha disminuido por efecto del desvío o extracción de estos para el riego agrícola (CARABIAS y LANDA 2008). A continuación, se presenta una tabla con dichos lagos:

A todo esto, hay que sumarle la capacidad de almacenamiento de aproximadamente 150 000 hm³ proveniente de 5 000 presas y otros cuerpos artificiales, cuyo volumen varía de acuerdo con la precipitación y los escurrimientos. De estos, unos 180 que se consideran grandes presas y representan, aproximadamente, el 80% del almacenamiento nacional. Dicho volumen varía dependiendo de las precipitaciones, escurrimientos, políticas de operación de las presas, etc. (CONAGUA 2017; FCEA 2017). Las 3 presas principales del país son:

Los principales problemas que afectan a estos cuerpos de agua son la contaminación y la sobreexplotación, por lo que están vinculados a la acción del ser humano. Por ello es importante, entre otras medidas, concientizar a las poblaciones aledañas respecto al manejo responsable de las fuentes de agua, así como promover una gestión integral de los recursos hídricos, tomando en cuenta las opiniones y demandas de los pobladores. Hay otros aspectos a tener en cuenta como medidas de protección de lagos, lagunas y reservorios, que son: evitar la deforestación de bosques o la eliminación de la cobertura vegetal, ya que las precipitaciones podrían disminuir o, por el contrario, aumentar haciendo que la escorrentía superficial arrastre suelo fértil y lo deposite en tales cuerpos de agua; no abusar del uso de fertilizantes o estudiar alternativas en su aplicación para evitar que llegue un exceso de nutrientes a estos cuerpos de agua, ya que generan un incremento acelerado de floración de algas, niveles altos de turbidez, aumento de sedimentos y acumulación de residuos orgánicos en el lecho (fondo) de la fuente de agua, todo esto conocido como eutrofización; disminuir la sobreexplotación pesquera así como la invasión de especies exóticas invasoras (CARABIAS y LANDA 2005; FONDRIEST s.f.; GEOENCICLOPEDIA s.f.a; USGS s.f.); asegurar que no haya vertidos de aguas residuales domésticas y/o industriales que afecten a la calidad del agua, la cual es difícil recuperar así como la del ecosistema una vez que se producen los daños, debido a que la tasa de renovación de agua en lagos y lagunas suele ser baja.